Han sido semanas duras e impensables hasta hace unos meses. De pronto, tuvimos que mudarnos adentro: a nuestras habitaciones, a nuestras salas, a nuestros pensamientos, a nosotros mismos. Y el encierro es un jardín para las ideas. Aquí tres que florecieron en mi cabeza:
Cada uno es un mundo, un tiempo, una vida
Cuando esto empezó, todos creíamos saber qué teníamos que hacer y pensamos que el resto debía hacer lo mismo. En teoría, sabíamos que existían diferentes mundos, pero nunca habíamos tenido que entenderlos. No se trata de tener que ir a otro país o a otra ciudad para verlo. En nuestra misma calle, en nuestra misma casa, hay mundos diferentes al nuestro.
Cada decisión es una moneda. Recuerdo a personas suplicar que en mi país cerraran el aeropuerto como habían hecho otros, pero al mismo tiempo, vi a un grupo de cargadores implorar que llegaran más vuelos, pues sin ellos, se termina el sustento (no para mañana, para hoy). ¿Quién tenía la razón? Todos quizá.
Todos queremos que nos entiendan
La vida se sacudió, no hay duda. Un día podíamos salir, al otro no. Un día podíamos besar, al otro no. Un día podíamos trabajar, al otro no. Todos pedimos que entiendan que no somos lo que solíamos ser, que no podemos serlo más, por lo menos en estos días. Es una lucha por ejercer nuestro derecho a que nos entiendan. El gran problema es que no queremos entender a otros.
Nadie estaba listo, es lo cierto.
Dentro, hay tormentas
Cuando llueve, buscamos refugio dentro. Vaya sorpresa fue encontrar que dentro también hay tormentas (casi todas invisibles). Sólo que ahora no podíamos buscar el consuelo de lo que está afuera. No es ninguna sorpresa la tristeza, el enojo y la melancolía que todo lo invade estos días.
Yo estoy viviendo dos tormentas. Una desde el primer días del encierro, otra desde hace un mes. La primera, decidí vivirla en silencio, pues no hay mucho que hacer hasta que encontremos el ritmo de la normalidad (sea la misma o sea nueva). Pero la otra la compartí con alguien sin querer. Es curioso los aliados que encontramos.
Esas tres ideas bailan en mi cabeza todos los días.